Cada día vemos en nuestra ciudad de Huancayo de cómo viene agonizando y languideciendo el escaso patrimonio cultural de la ciudad que aún queda y se resisten a ser destruidas por intervenciones desacertadas y mal concebidas, no obstante que ya desde los años de 1933 con la carta de Atenas, en 1965 la carta de Venecia, en 1967 las normas de quito, 1977 la carta de Machu Picchu, etc. e inclusive el propio Plan Director de Huancayo de 1996- 2006, ya promovían la conservación del Patrimonio cultural en la ciudad.
Por ejemplo, La Carta de Venecia (1965) en su Artículo 14º indica que “Los lugares monumentales deben ser objeto de atenciones especiales a fin de salvaguardar su integridad y de asegurar su saneamiento, su tratamiento y su realce”.
El ítem III.4 y III.5 de las normas de quito (1967). Dice que “Todo proceso de acelerado desarrollo trae consigo la multiplicación de obras de infraestructura y la ocupación de extensas áreas por instalaciones industriales y construcciones inmobiliarias que alteran y aun deforman por completo el paisaje, borrando las huellas y expresiones del pasado, testimonios de una tradición histórica de inestimable valor. …Gran número de ciudades de Iberoamérica que atesoraban en un ayer todavía cercano un rico patrimonio monumental, evidencia de su pretérita grandeza; templos, plazas, fuentes y callejas que en conjunto acentuaban su personalidad y atractivo, han sufrido tales mutilaciones y degradaciones en su perfil arquitectónico que lo hacen irreconocible. Todo ello en nombre de un mal entendido y peor administrado progreso urbano”.
En Huancayo subsiste una corriente depredadora de algunas autoridades y personalidades, así como en el mismo gremio de arquitectos existe una tendencia del faso modernismo que entiende que en la incontrastable ciudad Huanca, no hay nada que conservar y por ende se debe destruir lo poco que queda (con demoliciones de monumentos históricos, ensanchamientos de vías en ambientes urbanos monumentales, etc.), pretendiendo con ello la construcción de edificios gigantes, discordantes con las propiedades patrimoniales del centro histórico. Reflejo de todo esto es el plan de desarrollo urbano 2006- 2011 que es aberrante y agresivo en contra del patrimonio cultural de la ciudad y que felizmente caduca este año.
Esperamos que el próximo plan urbano de Huancayo sea más sensato y bastante técnico que retome con suma claridad el tratamiento de los espacios urbanos de valor patrimonial en beneficio del desarrollo urbano con modernidad e identidad y que a la vez generen economías urbanas mediante el turismo y el comercio en la llamada zona monumental, tal como ocurre en otras ciudades de nuestro país como en el Cuzco, Arequipa, Trujillo, etc. que sin necesidad de destruir su patrimonio cultural del centro urbano se han modernizado mucho más que Huancayo.
Entre los múltiples agentes que contribuyen con el deterioro de los monumentos históricos son los propietarios de los predios, debido a que los intereses económicos de estos no son concordantes con la conservación del patrimonio cultural, sino en términos de invertir en infraestructuras modernas de alta rentabilidad comercial, y ante ello los monumentos históricos son un obstáculo, por tanto prefieren deteriorarlos o en mejor de los casos destruirlos.
Los monumentos históricos se encuentran en total descuido y en riesgo de agresión, rumbo a la destrucción promovido por los mismos propietarios de los inmuebles y mal administrado por las autoridades, del que podemos advertir que no hay una adecuada gestión de las intervenciones urbanas en ambientes urbanos monumentales ni en monumentos históricos.
En vista de que no hay un adecuado proceso de conservación, es importante cuestionar no solo a las autoridades, sino también a las propias normas que no son eficaces y no permiten llegar en profundidad y de manera oportuna a la raíz del problema. Como por ejemplo que si los propietarios de los inmuebles no contribuyen con tal propósito, ni las municipalidades, ni el ministerio de la cultura que carece de los recursos, no hacen nada por ello, pues una de las formas es acudir a la expropiación de dichos predios con propósitos culturales y bajo la orientación de un proyecto viable con financiamiento garantizado, que permita una adecuada intervención de conservación del patrimonio.
Las actuales normas de expropiación son muy genéricas y nada eficaces, orientadas a todo tipo de inmuebles, dentro de un proceso largo y engorroso, en otras palabras es un proceso casi imposible de conseguirlo, mientras tanto los inmuebles se van deteriorando y perdiendo sus valores culturales, al compas del largo proceso burocrático de muchos años. Por tanto es necesario una ley especial y su reglamento para la expropiación de inmuebles de valor patrimonial.
Por lo que es urgente promover una iniciativa legislativa para un proceso de expropiación de monumentos históricos ad-hoc a las demandas culturales de la ciudad, que en el marco de un proyecto cultural se promueva expropiar los monumentos históricos que se encuentran en riesgo, a fin de que las municipalidades o cualquier otra institución pública, promuevan bibliotecas, museos, centros de arte, etc. (que mucha falta nos hace en Huancayo) y no permitir que los propietarios de los inmuebles ni otros agentes destruyan dicho patrimonio, con lo que tampoco es coherente seguir perjudicando a los intereses privados.
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